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miércoles, 21 de agosto de 2024

      EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA

MM. Dominicas

Monasterio de Santa Ana (Murcia)

Miércoles, 14 de agosto de 2024


 Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña.
Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?».

Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”.

Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.

Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

Palabra de Dios

 

"Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro"

La imagen del pastor y las ovejas es muy recurrente en la Sagrada Escritura, porque manifiesta muy bien el modo que Dios tiene de cuidar a su pueblo. También Jesús dirá de sí mismo: “Yo soy el Buen Pastor”. Y el salmista exclamará lleno de alegría: “El Señor es mi pastor, nada me falta”.

 La tarea del pastor es cuidar del rebaño, apacentar las ovejas y procurar que ninguna se pierda. De modo análogo, a la persona que tiene la misión de cuidar de otras se la llama pastor y se espera de ella que cumpla con su obligación. Pero esto no siempre es así, por eso el Señor manda a los profetas para que denuncien este mal comportamiento.

 Esta denuncia que hace Ezequiel acaba con una promesa que nos llena de esperanza y alegría, pues Dios mismo pronuncia unas palabras maravillosas: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.» Dios no es indiferente al sufrimiento humano, no pasa de largo mirando a otro lado, siempre sale al encuentro del hombre para sanarlo y curar las heridas que le ha podido producir el andar por veredas equivocadas.

 Todos los cristianos participamos de la misión del Buen Pastor, todos debemos ayudar a las personas que están en nuestro entorno y que quizás estén despistadas o confundidas a volver al redil, a la Iglesia, que es dónde podrán saciar su sed de Verdad, de Bien y de Belleza.

 No podemos olvidar que también nosotros somos ovejas del rebaño del Señor, que necesitamos estar cerca de Él porque por nosotros mismos nada podemos. Ser buenas ovejas, nos enseñará a ser buenos pastores. 

 "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido"

Esta parábola, que sólo Mateo nos narra, pone de manifiesto cuán lejos están nuestros pensamientos de los de Dios. Dios no dice una cosa y luego hace otra (con todos se ajustó en un denario), lo que ocurre es que nosotros muchas veces interpretamos las cosas con miras muy humanas, queriendo sacar provecho de la situación.

 Hay un himno que cantamos en la Liturgia de la Horas, concretamente en Vísperas, que hace alusión a la parábola que nos ocupa y que dice una frase que a mí me gusta mucho: “A jornal de Gloria no hay trabajo grande”. Dios nos llama a trabajar en su viña, a cada uno en un momento concreto de nuestra vida. Él no tiene en cuenta quien llega antes o después, sólo ve la pureza del corazón del que no se busca a sí mismo, sino la Gloria de Dios. Los que se quejan, es porque en su corazón reina el egoísmo y sus obras son mezquinas, van a lo mínimo.

 Hacemos las cosas para Gloria de Dios y porque sabemos que nuestro salario, nuestro jornal es el Cielo. Si nos lo creyéramos de verdad, no estaríamos pendientes de lo que hacen los otros, sino que toda nuestra energía la emplearíamos en una entrega más generosa y auténtica.

 Hoy celebramos la memoria de San Pío X, este santo fue un pastor que cuidó de su rebaño con gran solicitud, trabajó con sencillez de espíritu, pobreza y fortaleza dando así un nuevo incremento a la vida de la Iglesia. También tuvo que luchar contra lo errores doctrinales que en ella si infiltraban. Su lema “Instaurar todas las cosas en Cristo”, transluce el olvido de sí mismo y su intención de trabajar por el Reino de Dios. Imitemos su ejemplo y acojámonos a su intercesión.

 

 

 

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