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miércoles, 14 de agosto de 2024

       EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA

Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez

Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Zaragoza)

Miércoles, 14 de agosto de 2024


 Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad os dijo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.

Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra de Dios.

 

 “No toquéis a mis ungidos” 

La Palabra del Señor nos regala este pasaje profético desconcertante del profeta Ezequiel, en el que podemos ver cómo Dios se ocupa y preocupa  de los “marcados en la frente”, sus ungidos, no al azar, sino que son quienes se han distinguido por  su fidelidad a la ley viviendo  la fe de un modo coherente, doliéndose por los que sin ningún escrúpulo desprecian los preceptos del Señor, manchando y profanando la ciudad santa Jerusalén.  

Ezequiel contempla cómo la gloria del Señor abandona el Santuario por los pecados de los hombres…. Dios no está sometido a ningún lugar ni espacio concreto, Él habita en el que le ama, respeta y adora, sea de la nación que sea, en cualquier lugar y circunstancia pues todo le pertenece, él es el Creador y dueño de todo.

 

 La gloria del Señor se eleva sobre los cielos

El salmo responsorial es una llamada a alabar continuamente al Señor desde un extremo al otro de la tierra, cantando sus maravillas, sus acciones en favor de los hombres, y aunque la gloria del Señor  se eleva sobre los cielos, en realidad, Él no está lejos  ni se desentiende de nosotros, sino que continuamente  está pendiente de todas y cada una de sus criaturas…

 

 Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos 

Hoy encontramos varias enseñanzas de Jesús.  La primera es cómo debemos proceder a la hora de corregir a alguien si consideramos que ha obrado mal…. Jesús quiere que lo hagamos en privado, con delicadeza…. No desea que aireemos los defectos y fallos de los demás…, tratémoslo como deseamos ser tratados nosotros y si con esta advertencia no se corrige, entonces es cuando puede que sea necesario que el testimonio de otros hermanos propicie el reconocimiento de los errores y lleve al arrepentimiento de esta persona…  Y como última instancia es la comunidad la que debe hacer caer en la verdad al hermano  que se ha equivocado en su modo de proceder, buscando la plena comunión… 

 ¡Qué valor da Jesús a la Comunidad, a la Iglesia, cuando dice ”todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo”!; por eso es responsabilidad, tarea y misión de la Iglesia - de todos los creyentes- actuar con infinita paciencia y misericordia, confiando en que la fuerza del amor y de la oración de intercesión, obrarán conforme pedimos a Dios, que siempre será lo mejor para todos y cada uno,  alcanzando que la gracia triunfe aún en los corazones más obstinados…

 De ahí la importancia de creer firmemente y poner en práctica otra de las enseñanzas de Jesús: “si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos”, no por nuestros méritos ni valía, sino porque con nosotros ora el mismo Cristo que nos dice “donde dos o tres están reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. 

 ¿Vivo consciente la presencia real de Cristo en nuestras asambleas eucarísticas, en la catequesis, en nuestros encuentros de Cofradías, de Hermandades?, ¿nos reunimos en su Nombre y con Él o es mero formalismo?

 

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