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sábado, 3 de agosto de 2024

        EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Convento de Santo Domingo (Oviedo)


 Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 1-12

 En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.

El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.

Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran, y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

Palabra de Dios.

 

Nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios 

 En esta primera lectura, se nos relata la situación del profeta Jeremías. Muchos del pueblo judío pensaban que con tener el Templo y el culto tributado en él, y los sacrificios allí ofrecidos, era suficiente para agradar a Dios. El profeta proclama que eso no es suficiente, que es necesario a nivel personal una conducta apropiada en la línea de los mandatos de Dios, donde se realza el amor a Dios y el amor a los hermanos. Los sacerdotes y profetas buscaron convencer al pueblo de que Jeremías era reo de muerte porque “había profetizado contra esta ciudad”. Algo que no era cierto. Jeremías había levantado su voz contra la mala conducta de muchos que acudían al Templo. Y por eso se defiende, “si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes”. En toda esta situación, los príncipes del pueblo vinieron en ayuda de Jeremías porque reconocieron que “nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios”.  

 Mandó decapitar a Juan

 Parece claro que Herodes no tenía la conciencia tranquila después de haber mandado matar a Juan Bautista de manera injusta, por hacer caso a Herodías, con la que convivía siendo la mujer de su hermano, y a su hija. Algo que Juan le reprochaba, diciéndole que esa convivencia no le estaba permitida.

Cuando Herodes oye a hablar de Jesús y de todo lo que está haciendo atrayendo a muchos, llega a pensar que es posible que sea Juan  que ha podido resucitar. 

En un primer momento, podemos reaccionar proclamando el injusto comportamiento de Hedores. Pero tenemos que dar un paso más, porque el evangelio se dirige también a todos nosotros y sacar una lección, que puede ser la de pedirle al Señor que no seamos injustos con nadie y que nunca usemos nuestro poder de manera injusta en contra de los demás.

Parece ser que los discípulos de Juan ya estaban en la órbita de Jesús porque después de enterrar a su maestro “fueron a contárselo a Jesús”.

 

 

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