EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA.
FRAY MANUEL DÍAZ BUIZA, ofm
Conviene que uno muera por el pueblo
12 Abril 2025
Lectura del santo Evangelio según san Juan (11,45-57)
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos
convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos
signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos
destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo
sacerdote aquel año, les dijo «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis
que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación
entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Palabra del Señor
Estamos a las puertas de la Semana Santa y el drama se Jesús entra en su
punto álgido de controversia; las autoridades traman su asesinato. En el
Evangelio se nos relata cómo la fama de Jesús ha crecido debido a sus signos,
en especial por el último realizado, la resurrección de su amigo Lázaro. Su
popularidad se ha convertido en su peor amenaza, la gente ha creído en él, y
tiene muchos adeptos, cosa que perturba a los jefes judíos, que temen perder de
nuevo su templo y la débil paz de Israel.
El sumo sacerdote proclama unas palabras que se convierten, sin pretenderlo, en
profecía: “es mejor que muera uno solo por el pueblo, y que no perezca toda la
nación” (v.50) Jesús, el Siervo Sufriente, cargará sobre sí el pecado, los
sufrimientos y la negatividad del mundo entero. Su entrega generosa y radical
será el signo mayor por el cual todos creerán y tendrán vida plena.
Ante el acontecimiento pavoroso de la cruz Jesús siente miedo, el mismo miedo que experimentará en la noche de la agonía de Getsemaní, “por eso ya no andaba públicamente entre los judíos” (v. 54). Sin embargo, será en la cruz donde brillará la luz del amor que supera todo temor. Es en la cruz donde Jesús llevará a pleno cumplimiento la voluntad del Padre, revelando al mundo que es el amor el que salva y da vida verdadera. Esta es la verdad que nos libera. Esta es la verdad que acogerán las naciones como buena noticia.
Hoy estamos invitados a erradicar nuestro egoísmo y unirnos a Jesús en su entrega de amor. El ego se opone a la entrega, a la fidelidad, al servicio desinteresado. La cruz es el camino que nos conduce a la verdadera felicidad. Cuando seamos capaces de renunciar a nosotros mismos, a nuestros propios intereses, y pensar en el bien y la felicidad de los demás, brotará de nuestra vida el torrente inagotable de la fuerza del Señor. Sigamos a Cristo en la hora de su glorificación. Este es el tiempo oportuno.
¡Paz y Bien!
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