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lunes, 7 de abril de 2025

         EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA.

 FRAY MANUEL DÍAZ BUIZA, ofm

 Yo soy la luz del mundo

07 Abril 2025


 Lectura del santo Evangelio según san Juan (8, 12-20)

En aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».
Le dijeron los fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».
Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y e! que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre».

Ellos le preguntaban:

«Dónde está tu Padre?».

Jesús contestó: «Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor

 

Durante toda la semana en el Evangelio de Juan veremos a Jesús discutiendo con los judíos sobre su autoridad, su procedencia y, de alguna manera, anticipando el fin que le espera. En esta ocasión Jesús se les presenta como la luz: “Yo soy la Luz”. ¡Que imagen tan sencilla y directa para que entendamos quién es Él! 

Ciertamente cuando nos sentimos débiles, perdidos en un mundo en el que predominan las malas noticias, con la impotencia de no poder cambiar mucho por muchas ganas que le pongamos. Y encima, sabedores  que caemos una y otra vez en los mismos errores, aparece la Luz y nos ofrece su brillo indicándonos el camino. Esa Luz es Jesús  que nos invita a seguirle.

Cada uno de nosotros tiene la invitación para aceptar a Cristo como la Luz verdadera. Y al aceptarlo como luz asumimos una doble tarea: iluminar las tinieblas de nuestro corazón y ser luz para los demás. 

Dos tareas que no pueden retrasarse más. ¡Iluminemos este mundo!  Llevemos al corazón de los hombres la luz y el calor del amor de Dios. ¡Solo el amor salvará al
mundo! 

¡Paz y Bien!

 

 

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