Del Diario de Santa Faustina, 1032
Durante la Santa Misa, vi al Señor Jesús clavado en la cruz en medio de grandes tormentos. Un suave gemido salía de Su Corazón. Después de un tiempo, me dijo: Tengo sed. Tengo sed de la salvación de las almas. Ayúdame, hija Mía, a salvar almas. Une tus sufrimientos a Mi Pasión y ofrécelos al Padre celestial por los pecadores.

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