EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA.
FRAY MANUEL DÍAZ BUIZA
El patrimonio de la fe
19 noviembre 2025
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,11-28)
En aquel tiempo,
dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se
pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el
título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió
diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus
conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar:
"No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título
real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para
enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo:
"Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien,
eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás
autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza,
señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el
mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: Señor, aquí está tu onza; la he tenido
guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que
reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó:
"Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy
exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por
qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los
intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y
dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez
onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se
le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por
rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."»
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
Palabra del Señor
El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía: ¿cuál es su patrimonio? su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón… tantas cosas, en resumen, sus bienes más preciosos. Este es el patrimonio que nos confía: no para guardarlo, sino para hacerlo crecer.
Esta parábola nos empuja a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que pone en crisis, que purifica, que renueva.
El Señor no da a todos lo mismo y de la misma forma: nos conoce personalmente y nos confía lo que nos hace falta; pero en todos hay algo que es igual, pone la misma inmensa confianza. Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en nosotros. ¡No le defraudemos! No nos dejemos engañar por el miedo, sino devolvamos confianza por confianza.
¡Paz y Bien!

No hay comentarios:
Publicar un comentario