Reflexión del Evangelio de hoy
Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)
"Se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te oiga, te responderá"
06 de diciembre de 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35 — 10, 1. 5a. 6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».
Palabra de Dios.
Aparece un contexto de desolación, sufrimiento, incertidumbre, oscuridad, en el Pueblo de Israel, por ello, el profeta Isaías, es enviado por Dios para poner la mirada sobre lo esencial y dejar de lado lo que es secundario, lo superfluo. El mensaje es bastante claro, que en medio de todas esas dificultades tienes que tener la experiencia de que el Señor sostiene tu propia vida con su misericordia.
En este tiempo de adviento se nos hace la invitación a estar atentos, despiertos, para poder percibir la presencia de Dios. Por ello, la lectura nos abre a la esperanza de que el clamor que eleves al Señor será oído. Debes hacer ese ejercicio de limpiar la mirada para poder contemplar al Maestro. Tus sentidos deben de estar atentos para transitar por el camino del bien, el mismo Dios te va guiando en ello. El «Dios - con - Nosotros» viene a la tierra, a tocar nuestra pobre realidad, por ello, en esos contextos de oscuridad o sufrimiento va a brillar su Luz. Ese encuentro con Él hace que nuestra realidad se transforme y tome otro brillo la vida, ya que, vendará las heridas que vamos arrastrando y cura los golpes que hemos ido recibiendo. Todo ello, es abrazado por su amor que sana y salva.
"Gratis habéis recibido, dad gratis"
El pasaje del evangelio nos muestra una profundidad a cerca de las entrañas de compasión que tiene Jesús para con la humanidad. En esos recorridos de pueblo en pueblo, siente el dolor de una multitud “descarriada”. Por ello, la lectura nos debería llevar a despertar de la vida que llevamos para comprender la propuesta de liberación total de la persona que provoca el Evangelio del Reino, que anuncia Jesús. Todos tenemos en nuestra historia personal algo oscuro, algo que sanar, algo que nos esclaviza, algo que debe de ser tocado por la misericordia de Jesús. “Gratis habéis recibido, dad gratis” parece ser que hay un pequeño grupo que a duras penas ha alcanzado a comprender el proyecto del Reino, pero se aventuran a seguir a Jesús, dejan las redes para humanizar desde la ternura de Dios.
Hubo un grupo en los primeros cristianos que representaron a Jesús como el “Buen Pastor”. Esa imagen pasó rápidamente a formar parte de nuestra espiritualidad y me parece sugerente para comprender mejor el mensaje que se nos trata de mostrar hoy. La figura del pastor tiene como función principal la de cuidar su rebaño. Cada día antes de clarear el día, el pastor, se dirige al aprisco para comenzar con las tareas de cuidado. Se necesita dar alimento, curar, atender, conducirlas a los pastos, proteger de posibles peligros y depredadores… El que ama a las ovejas, las cuida. Las llama por su nombre. Sabe la necesidad que tiene cada una. En definitiva, son especiales para él y son su vida. Por ello, de una manera simple, la espiritualidad cristiana comienza a identificar la figura de pastor con Cristo y nosotros con el rebaño de su propiedad: “El Señor es mi pastor nada me falta” (Sal 23).
El otro grupo que aparece con cierta importancia en el texto son: “ovejas descarriadas de Israel”. Es curioso, porque manifiesta un matiz importante de esas ovejas, sin horizonte, sin rumbo, abatidas, extraviadas… Con necesidades vitales importantes, enfermedades, dolencias, desatendidas, esclavizadas por distintas circunstancias de la vida, apartadas, etiquetadas o muertas en vida… Con la necesidad de recibir la compasión del Pastor que las ama.
El evangelista Mateo nos ha presentado a Jesús que comienza la empresa de la liberación total de la persona mediante la predicación del Evangelio del Reino, necesita unos “pastores” que dejen las redes y se dediquen a la mies del Reino. Y, son enviados a sanar, curar, resucitar, arrojar demonios, a un rebaño que en todas las etapas de la historia sufre y está desvalido. Me parece sugerente el poema de Luis de Góngora, «Oveja perdida ven», para completar un poco este sentido de relación interpersonal pastor-oveja: «Por descubrirte mejor cuando balabas perdida, dejé en un árbol la vida donde me subió el amor… Pasto, al fin, hoy tuyo hecho, ¿cuál dará mayor asombro, el traerte yo en el hombro, o el traerme tú en el pecho?».
Dos rasgos esenciales de Jesús Buen Pastor aparecen en el poema: da la vida por amor y se hace alimento, pasto, para todas aquellas realidades de sufrimiento, descarriadas por las que pasan las ovejas de esta sociedad puedan en Él, en su Palabra, en su amor, encontrar el horizonte de nos da la plenitud como persona humana y la liberación de todo mal. Entrégate y regala lo que Cristo te ha dado.
Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.

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