EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria
(Tenerife)
Martes, 19 de noviembre de 2024
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,
7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o
pastoreando, le dice cuando vuelve del campo:
“Enseguida ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien:
“Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como
y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado
porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que
se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que
teníamos que hacer”».
Palabra de Dios.
Apártate del mal y haz el
bien, y siempre tendrás una casa
Las lecturas en el día de
hoy tratan de que reflexionemos en la importancia que tiene el seguimiento de
Jesús, en clave de servicio, humildad, sinceridad, como un testimonio con el
cual permite que otras personas sean capaces de descubrir el sentido profundo
del ser cristiano injertado en Cristo.
Un testimonio de vida, en
el que el verdadero discípulo de Cristo trata de vivir su fe en coherencia y
fidelidad. Por ello, las obras van acompañadas de ejemplos de vida: «Brille así
vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria
a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16). Por ello, san Pablo, da una
serie de instrucciones a Tito para que así se las haga llegar al grupo de
fieles, al cual, él está al cargo: ancianos, ancianas y jóvenes deben ser
referente de ello. El conflicto entre la sana doctrina frente a los falsos
maestros y la buena conducta como signo indiscutible del seguidor de Jesús.
Por tanto, son dos
aspectos importantes que tocan el ser del cristiano. Y que en más de una
ocasión no es tan fácil vivir desde Dios, coherentemente, buscando únicamente
cumplir su voluntad sin desviarnos hacia otras cosas que no tienen nada que ver
con el modo evangélico que nos muestra Jesús. Conocemos perfectamente los mandatos
de la ley divina, pero hacerlos vida es otra cosa. En más de una ocasión
queremos imponer nuestro criterio, nuestra forma de entender lo religioso, y
dejamos de lado la vivencia del: «amar como yo os he amado». Horóscopos, tarot,
técnicas de relajación, santería… Que vamos metiendo en el «saco» de la fe para
tranquilizar la conciencia pero no para vivir conforme al proyecto de Jesús. O
simplemente cumplir una serie de normas sin que estas te cambien la vida a ser
más honesto, coherente, humano, fiel. El seguidor de Cristo debe de ser otro
Cristo en la tierra, por ello, Pablo, hace la referencia a que con esas obras
sale del interior la luz de amor que arrastra a otras personas a cuestionarse
el seguimiento y el sentido pleno de la vida.
Somos siervos inútiles,
hemos hecho lo que teníamos que hacer
Jesús está hablándoles a
sus discípulos a cerca de los temas relevantes en el seguimiento: la conducta
inapropiada lleva al escándalo en los más débiles en la fe, las faltas de fe
que se dan en el camino y lo central en el ser cristiano es el servicio. Con
esta parábola Jesús trata de que el discipulado entienda la profundidad que
tiene el ir configurándose en medio del camino con el «Siervo de Yavhé» que
entrega la vida por amor. En la mente humana aparecen otra serie de
aspiraciones que son contrarias al seguimiento, así, lo muestran los
discípulos: «Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el
más importante» (Mc 9,35); «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha
y otro a tu izquierda» (Mc 10,37). Y, la respuesta de Jesús, es la de la
humildad y el servicio.
Ante la dureza del
trasfondo de la parábola: «¿tenéis que estar agradecidos por que ha hecho lo
que tenía que hacer?», se nos muestra que se trata de normalizar el papel que
tiene aquella persona que quiere vivir una vida de relación interpersonal con
Dios. Seguimos a un Dios que ha tomado la decisión de subir a Jerusalén, por
tanto, entregar la vida. Para que otros adquieran la Vida. El puesto que
corresponde en el seguimiento es «donación», gratuidad, humanización de la vida
de los demás, entendido desde la clave que tú quieras vivir como llamado a
implantar el Reino de Dios aquí en esta realidad concreta.
Aparece así la conciencia
de ser «siervo inútil» no como un desprecio sino como posicionarse ante la vida
en clave de servicio. Hacer lo que tenía que hacer sin más. Si Jesús, que es mi
Maestro, ha entregado la vida, yo quiero seguir el ejemplo a pesar de mi
limitación humana. Cada vez que me mueve el amor a entregarme, a donarme, a
dejar la piel en lo que hago desde la clave de configurarme con Cristo, me
humanizo y humanizo la vida de los demás. Por tanto, no se entendería en clave
negativa la vida del discipulado: «siervo» sino en una clave que lleva consigo
todo un proceso de discernimiento y maduración en la fe, me hago amigo, alguien
que se ha configurado con Cristo. Una exigencia de vida que opta por el amor en
cada momento. Un centrarme en lo que es realmente importante: «nadie tiene amor
más grande que el que da la vida». El seguimiento adquiere la profundidad de
aquel que libremente te llama a seguirlo, y en ese servicio, aunque
aparentemente, no se reciba la recompensa esperada, se realiza por el amor
libre que se tributa a Dios y es lo que te mueve a entregar tu vida libremente
en aras del Reino de Dios.