EVANGELIO Y REFLEXIÓN DIARIA.
Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.
Monasterio Santo Domingo (Caleruega)
2 Agosto 2025
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,1-12
En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos: «Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra de Dios.
"Será para vosotros un jubileo"
En pleno Jubileo de la Esperanza la liturgia nos presenta este pasaje en el que Yahvé regala a su pueblo, Israel, el don de su misericordia que continuamente está haciendo nuevas todas las cosas. El amor infinito con que ama le lleva a inventar y descubrir caminos siempre sorprendentes, excusas que le obliguen una vez más a no llevar cuentas de nuestro mal.
Este fragmento del libro del Levítico es una muestra del amor creativo e infinito de Dios que establece estos años de Jubileo para recordarnos a cada uno que, con Él, siempre podemos volver a empezar. El año de Gracia que se instauraba entonces era la prueba de un Dios deseoso de sus hijos.
A falta de méritos o respuesta por nuestra parte, es Él quien toma la iniciativa una vez más. Como hace en este 2025. Porque quiere borrar nuestras culpas. Quiere que la Sangre de su Hijo no se derrame en vano, sino que nos acojamos a esta Gracia y empecemos de nuevo en nuestra relación con Él y entre nosotros. El año de jubileo es la evidencia de que nunca es demasiado tarde, ni estamos irremediablemente condenados, ni son insalvables nuestras divisiones. Porque Él es nuestro Dios y es un Dios liberador. De nuestra parte está el acogernos a este tiempo de júbilo.
"Pero tuvo miedo de la gente"
La escueta pero aguda narración de Mateo en el evangelio de hoy nos abre una ventana al corazón humano y sus pasiones. La víctima es el Bautista, apasionado de la Verdad y sacrificado por ella. El verdugo es un mandado sin voz ni voto. La instigadora solo pretende salvar su posición y no tiene escrúpulo en utilizar a su propia hija. La joven bailarina está demasiado entusiasmada consigo misma y, por último, Herodes es un gobernante gobernado por su propio temor.
Cada uno de ellos representa una pasión y cada uno de sus miedos convive en nuestro interior. Junto a la pasión por la Verdad que, en algunos momentos nos ha llevado a asegurar que, si fuera preciso, moriríamos por ella, es posible que habite el miedo a perder la posición alcanzada. Junto al sentido de justicia, no sería raro que encontráramos el temor al qué dirán. Y nuestro legítimo deseo de brillar, puede ser utilizado para la venganza por miedo a aquel a quien consideramos nuestro rival. En el último versículo aparece Jesús, que recibe la noticia de boca de los discípulos de Juan. Al dolor de la pérdida del Bautista se suma la inquietud por la advertencia que aquello hacía suponer.
El problema no es tener miedo, sino hacerse esclavo del mismo hasta sacrificar la Verdad o la misión. Aunque nos sintamos algo más seguros cuando hemos acabado con la amenaza, algo dentro de nosotros nos incomoda. Como Herodes, al que su propia conciencia no deja tranquilo, la culpa se convierte en el filtro con el que reinterpreta todo: «Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos». Porque la vida del cristiano es mucho más que asegurarse un puesto o defender una posición y por eso Juan prefiere perderla, que sacrificar la Verdad.
Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.
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